Se trata de
una gran olla realizada con la campana de frenos de un camión Mercedes Benz, su
tapa es una bóveda de cemento, y como perilla un aislador de luz.
Todo comenzó
cuando en Jáchal, el 23 de marzo del 2002, en la plaza San Martín, la principal
del departamento, se inauguraba el primer monumento a la cacerola en el país.
La obra, que mira hacia el edificio municipal, lleva una inscripción que dice:
“Funcionarios, la cacerola vigila”. El monumento es el testimonio de 58 días de
protestas contra el entonces intendente y sus concejales.
Durante
aquellos 58 días de protesta eran las cacerolas que noche a noche deambulaban
por las calles de Jáchal pidiéndoles a quienes estaban al frente del ejecutivo
municipal que se fueran. El municipio de Jáchal estaba acusado de corrupción.
Los casi 500 jachalleros que terminaron con el gobierno del radical Abdón Táñez
tomaron la decisión que se concretaría treinta días después: hacer un monumento
a la cacerola.
La pregunta
lógica es por qué sigue en pie el llamado monumento. Para los politicólogos,
hubiera sido un desatino sacar el monumento, o modificarlo de alguna manera, ya
que esto hubiera significado sacarle un pedazo de historia al departamento.
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición
1050 del 11 de noviembre de 2024
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