Un trabajo preparado por Juan Carlos Bataller para la Fundación Bataller. Imágenes coloreadas con inteligencia artificial por Miguel Camporro
El
hombre clave de esta historia se llamó Fray Marcolino del Carmelo Benavente,
quinto obispo de San Juan de Cuyo.
Monseñor Benavente, sacerdote y religioso dominico, “Fray Marcolino” al
decir de entonces, era un obispo erudito e inteligente, elogiado como el más
grande orador de su tiempo.
Fue,
sin duda, uno de los religiosos de más destacada actuación en su época. Entre
otras cosas, a él se le debe el proyecto de erigir en la cumbre de Los Andes,
la estatua del Cristo Redentor.
Benavente
había nacido en San Antonio de Areco el 17 de agosto de 1845, de padres muy
piadosos. Lo contaron entre sus mejores alumnos los colegios de Larsen, el
Plata y el Jordán.
Ingresó
en la orden dominicana y se ordenó de sacerdote en 1868. Se distinguió muy
pronto como notable orador. En ocasión del jubileo sacerdotal de León XIII, el
gobierno argentino le confió la misión de embajador especial de Su Santidad y
fue condecorado por el presidente Mitre. El mismo León XIII lo consideró
apóstol activo y le obsequió un anillo y el birrete de los predicadores.
El 19 de marzo de 1910 se inauguró el hermoso edificio de dos plantas de estilo romántico bizantino. Era uno de los 19 edificios construidos con cemento para la época del centenario.
Monseñor
Benavente implantó en nuestro país la institución de los Padres Docentes, la
que tuvo como sede el Colegio Lacordaire de Buenos Aires.
El
12 de marzo de 1899 fue elevado al episcopado y además de ser el autor de la
iniciativa de levantar en la cumbre de Los Andes la estatua del Cristo
Redentor, como sello de paz y concordia entre chilenos y argentinos, fundó el
Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazareth.
Benavente
había tomado posesión de la diócesis el 19 de marzo de 1899.
Cuenta
José A. Verdaguer en “Historia eclesiástica de Cuyo” que cuando se acercaba el
centenario de la patria, el obispo pidió al ministro de Cultos una partida para
alquilar una vivienda para la Curia, alojada hasta ese momento en una casa de
los herederos del difunto obispo Achával.
El
gobierno, en lugar de destinar una partida presupuestaria, optó por entregarle
un subsidio de 30 mil pesos para que comenzara a levantar una sede propia.
Esta foto es de
1912, dos años después de la inauguración del Palacio Episcopal, y ha sido
coloreada con inteligencia artificial. (Foto proporcionada por familia
Graffigna Freites)
Benavente
era un obispo ejecutivo ciento por ciento y con un gran poder de convicción.
Inmediatamente recibida esa suma que de manera alguna alcanzaba para construir
una sede “como Dios manda”, comenzó a pedir dinero a amigos y fieles, donó sus
ahorros y comenzó él mismo a diseñar los planos de lo que sería el Palacio
Episcopal, bajo la supervisión del proyectista Gregorio Puigrós.
Con
el proyecto en mano, encargó las magníficas puertas de roble labradas a Rafael
y Enrique Torres, confió la construcción del edificio al constructor Carlos
Varesse y finalmente contrató la pintura con la firma González y Bahamondes.
El
mobiliario fue donado íntegramente por familias porteñas amigas del obispo.
El
caso es que el 19 de marzo de 1910 se inauguró el hermoso edificio de dos
plantas de estilo romántico bizantino.
Era
uno de los 19 edificios construidos con cemento para la época del centenario.
Lamentablemente
el edificio tuvo vida efímera, pues aunque soportó el sismo de 1944, fue
demolido para abrir la Avenida Central.
Del
obispo Benavente digamos que ocupó poco tiempo esa sede pues a los cuatro meses
de inaugurarla falleció, el 28 de setiembre de 1910. Sus restos descansan en la
Catedral de San Juan.
Marcolino
del Carmelo Benavente, el “príncipe de la oratoria” fue un fraile dominico
argentino, que ejerció como obispo de San Juan de Cuyo entre 1899 y su
fallecimiento en 1910.
Fue
el autor original de la idea de levantar la estatua del Cristo Redentor de los
Andes, como monumento a la paz, en homenaje a la firma del tratado de paz entre
la Argentina y Chile conocido como Pactos de Mayo.
Con
ayuda de un subsidio del gobierno nacional y con aportes de vecinos y la casi
totalidad de su propio patrimonio, el obispo construyó el palacio episcopal,
que sería completamente destruido junto a la Catedral en el terremoto de 1944.
Fuentes:
http://www.hermanasnazarenas.org.ar/historia.htm
Videla
Horacio: Historia de San Juan l
Arquidiócesis
de San Juan de Cuyo http://www.iglesiasanjuancuyo.org.ar/
José A. Verdaguer – Historia eclesiástica de Cuyo
Fotos:
“El San Juan de Ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller.