De la pluma del Dr. César Quiroga Salcedo
Para
que se produzca una fuerte expresión folklórica, derivada, conexa o dependiente
de la celebración de la Semana Santa cristiana, es preciso que antes los
pueblos hayan asumido lo fundamental del contenido religioso: La semilla de la
fe y el escándalo de la resurrección. Para alcanzar este propósito primordial,
España emprendió, paralelo al dominio al dominio de las Indias terrenas, la
conquista de las Indias celeste, en un despliegue que implicó trasladar, con el
peculio de la corona, 15.097 sacerdotes, monjes y frailes desde 1942 a 1822.
De si esto se logró o no, hace a tema y respuesta de la Misionología indiana y a favor de ello trabajan los eruditos que procuran compaginar la historia de la Evangelización y de la catequesis, aspecto casi inexplorado, según la afirmación de Juan Durán Jáuregui (Monumento Catechetica). Pero en líneas generales, ni la Argentina ni Cuyo escapan a las circunstancias generales del problema.
Nada fácil habría de serle a España adoctrinar millones de indígenas con paulatinos desembarcos de puñados de religiosos. Por lo general en número de doce, como los apóstoles.
Mucho más asequibles fueles atender la conversión de los dos grandes centros de religiosidad americana, como lo de México y Perú, pues allí se daban las condiciones de fijeza o normalización religiosa y una gran concentración poblacional. En cambio, las dificultades se erizaron en espacios como Cuyo, de escasa densidad, con poblaciones dispersas y religiosas de exigua manifestación Cultural.
Por ejemplo, quien analice la religiosidad de los Huarpes (Micheli, III, G) no encontrará expresiones de tipo comunitario sino lo relativo al rito funerario, pero no se advertirá manifestaciones procesionales, por ejemplo, desde donde los frailes pudieran producir una simbiosis hacia el cristianismo.
Por
otro lado, la primera etapa de carácter misional (conversión y reducción de los
aborígenes a la policía del orden secular o religioso) culminó en nuestra
región cuyana hacia 1750, época desde la cual se inicia el período de las doctrinas,
acordes a una estructura parroquial, sucediendo esto cuando se fundaron las
villas de San Agustín de Valle Fértil, Jáchal, Mogna, Corocorto, Las Lagunas,
etc. Es decir, una primera etapa misional y conversión de casi dos cientos años
y un inconclusa a los sesenta de comenzada.
(*) Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras
Fuente:
Publicado en La Pericana, edición
del 24 de noviembre de 2024