Por Juan Carlos Bataller -
Pareciera
que el mundo sabe cuál es mi casa. Pero fueron muchas mis casas. Por mi vida
pasaron casas grandes y pequeñas, casas en tránsito y casas hogares. Propias
algunas, ajenas otras. Casi todas fueron mi casa.
No
hay dudas que la casa donde me esperaba mi madre con el café con leche y el pan
con manteca al volver de la escuela fue mi casa. Es más, fue mi casa por siempre,
mientras mis padres vivieron. La casa donde nunca nos fuimos.
Hasta
que un día la palabra familia adquirió una nueva dimensión. Otra casa ocupó el
lugar de las inauguraciones. Fue la casa del amor formal, de los hijos
creciendo, de los muebles y las plantas y los platos y la heladera y hasta el
auto que dieron testimonio que esa era la casa de mis empeños.
La recuerdo hermosa, con vecinos amistosos, niños creciendo entre juegos, amigos compartiendo asados.
¿Saben?
Nunca volví a esa casa pues en lo más íntimo se que la vería pequeña y quise
guardarla en la memoria en toda su inmensidad. Sí, fue la casa inaugural, la
más querida, depositaria de esperanzas y esfuerzos.
Luego vendrían casas desparramadas en distintas ciudades. Fueron todas casas de paso, aunque no todas estuvieran en lejanos países. Fueron años en los que a vida se confundía con el trabajo y uno era casi un visitante temporario. Casas que pasaron como un torbellino y que nos enseñaron lo difícil que es vivir en la casa de. Siempre sería la casa de, aunque plantaras rosales y jugaran tus hijos.
Quizás por eso todos nos embarcamos en proyecto faraónicos que también fueron
nuestra casa. Allí se casaron los hijos, festejamos con los amigos y llegamos a
pensar que sería la casa de la familia sin siquiera suponer que las familias
tienen plazo fijo y que del tronco nacen ramas que se orientan en distintas
direcciones.
Y es ahí donde empiezas a pensar en la casa del final. La elegida. La que no
cotiza en moneda. La que es definitivamente tuya. La casa del sosiego.
Cuando los años vienen apurando estoy seguro que a través de mis casas puede
contarse mi breve historia.
Fuente: Publicado en El Nuevo Diario, edición 2131 del 15 de febrero de 2025