TEXTOS ESCOLARES
La escasez de libros de textos parece haber sido uno de los más graves problemas dentro de la educación. Sarmiento, en “Recuerdos de Provincia”, relata su laboriosa búsqueda de libros que trataran temas de Historia, Geografía, Política, etc.
“…debe haber libros, me decía yo, que traten especialmente estas cosas, que las enseñen a los niños...Encontré lo que buscaba...respondiendo a mis clamores los catecismos de Akermann, que había introducido en San Juan don Tomás Rojo...”
Los catecismos a que se refiere Sarmiento circularon profusamente en nuestro ambiente desde 1827. Los había de Moral, Geografía, Química, Agricultura, Industria Rural y Económica, Historia Antigua, Historia de Grecia, etc. Su formato pequeño los hacía perfectos y manuables. Eran editados en Londres, en castellano, los destinados a la América Española. En su portada se previene al lector qua el término catecismo no debe referirse necesariamente a religión, sino, como en este caso, a todo libro redactado en forma de preguntas y respuestas cualquiera sea el tema que tratare.
Los textos más corrientes en las escuelas eran de Lectura: el método gradual; Las obligaciones del hombre; La conciencia de un niño, cuyo autor es Domingo F. Sarmiento. De Aritmética: Los textos de Basterrica; El Argentino y dos textos de autores sanjuaninos, uno Santiago Lizárraga y otro de José Dolores Bustos. Para Religión; el Catecismo del Padre Astete y la Vida de Jesucristo. Para Gramática: los textos de Vico y de Serranz Quirós. Para Álgebra: Núñez Arena. Para Geografía: un texto de M. Letrone traducido por Sánchez de Bustamante. Para Dibujo Lineal: Brossard.
La apremiante escasez de textos se suplía en parte haciende que los alumnos más adelantados hiciesen copias manuscritas de los mismos, tarea que los ejercitaba además en Caligrafía.
ASISTENCIA Y COMPORTAMIENTO
La regularidad en la asistencia a clases, dejaba bastante que desear y constituía uno de los más serios motivos de queja por parte de los maestros. Se resentía el aprendizaje en desmedro del nivel de aprovechamiento. Una de las causas principales de las inasistencias y que se mantiene constante en los medios rurales aún en la actualidad, era la apremiante necesidad económica de la familia que se veía en la obligación de distraer a los varonas mayorcitos de su trabajo escolar para dedicarlos a labores más remunerativas. Había además, una cierta falta de conciencia respecto a la necesariedad de la enseñanza y para reparar la cual, los maestros solicitaban frecuentemente la ayuda de las autoridades, en el sentido de que aconsejaran a los padres de familia.
Respecto al comportamiento de los educandos, es obvio para nuestros maestros describir las batallas campales desplegadas en ausencia de la autoridad. Si nuestros niños nutren su imaginación con aventuras espaciales, aquellos lo hacían con las fratricidas luchas entre unitarios y federales y que eran tema obligado de conversación de los mayores.
EXAMENES
Los exámenes revestían el carácter de un acto público de gran solemnidad y trascendencia.
Era usual la presencia del gobernador, del obispo, del supremo juez de alzada y de otros funcionarios importantes. También concurrían los padres de los alumnos y todo aquél que se interesara en la materia. Los directores de los establecimientos de enseñanza elevaban a la superioridad un programa detallado de los ramos que se habían enseñado a los alumnos durante el año escolar. La comisión examinadora era designada por el gobernador con acuerdo de la Comisión Promotora de la Enseñanza y los nombramientos, lógicamente, recaían en las personas más ilustradas del ambiente. Entre ellos Guillermo Rawson, el obispo Quiroga Sarmiento, Juan José Videla Lima, Domingo Soriano Sarmiento, Antonio Lloveras, Saturnino Albarracín, Antoio Durán, Nicasio Marín, etc.
La verdad es que tal tarea, honoraria por supuesto, no debía ser muy agradable si consideramos que se cumplía a fines de enero y hasta principios de febrero, que es cuando el calor más arrecia en nuestra provincia y que el horario de iniciación era casi siempre a las cuatro de la tarde.
Al terminar el acto, la Comisión Examinadora redactaba un informe del mismo, felicitando a los maestros cuando el resultado era halagüeño. Consignaban también los alumnos que habían merecido premios por su aplicación al estudio y la nómina de los mismos, se publicaba oficialmente por considerar la Comisión que ello constituía un beneficioso estímulo a la vez que un estimable ejemplo para la juventud.
Fuente: “Historia de San Juan” de los autores, Carmen P. de Varese y Héctor D. Arias. Editorial Spadoni S.A., 1966
Nota publicada en “La Nueva Revista” de “El Nuevo Diario” el 9 de septiembre de 1994, edición 673.