El Departamento Jáchal está ubicado al Norte de la provincia de San Juan. Limita con los departamentos Caucete, Angaco, Albardón, Ullum, Iglesia, Valle Fértil y la provincia de La Rioja.
La superficie de Jáchal es de 14.749 km2. Según datos del Censo 2010, posee una población de 21.730 habitantes, 3,4 por ciento más que en 2001 cuando los pobladores eran 21.018.
Las localidades del departamento Jáchal son:
San José de Jáchal; El Fiscal; El Médano; Gran China; La Falda; Pampa Vieja; San Isidro; Tamberías; Villa Mercedes, Huaco, Niquivil, Mogna, San Roque, El Medano y La Quebrada.
Distancias:
San Juan a Jáchal: 157 kms (Por Ruta Nacional 40)
San Juan a Huaco: 196 kms
San José de Jáchal a Dique Los Cauquenes: 18 kms
San José de Jáchal a Dique Pachimoco: 10 kms
San José de Jáchal a Huaco: 38 kms
San José de Jáchal a Huerta de Huachi: 30 kms
San José de Jáchal a La Ciénaga: 25 kms
San José de Jáchal a La Puntilla: 3 kms
San José de Jáchal a Termas de Agua Hedionda: 30 kms
San José de Jáchal a Termas de Agua Negra: 10 kms
La cabecera departamental es la villa San José de Jáchal, ubicada a 157 kilómetros de la Capital de San Juan.
Es una ciudad tranquila, enmarcada en un pintoresco paisaje de valles y laderas. La actividad urbana se desarrolla en torno de la plaza principal, la cual cuenta con numerosas y distinguidas estatuas. A su alrededor, se levantan algunos de los edificios más importantes del departamento: la Biblioteca Popular D. F. Sarmiento, el Centro Cultural y la antigua Iglesia de San José de Jáchal.
Ver artículo:
-- La estatua de Francisco Narciso Laprida ubicada en Jáchal
En la villa de San José de Jáchal funciona el interesante Museo Prieto, que conserva una excepcional colección de piezas arqueológicas pertenecientes a las distintas culturas que habitaron estas tierras.
El Santuario Arquidiocesano de San José de Jáchal fue declarado Monumento Histórico Nacional por la tradición que representa en la acción evangelizadora en Cuyo. El templo fue habilitado en 1785 y su sala parroquial fue escenario de importantes acontecimientos históricos. Las autoridades del lugar se reunieron allí el 15 de agosto de 1816 para jurar la independencia proclamada por el Congreso de Tucumán. En 1853 tuvo lugar otro encuentro y esa vez el motivo fue celebrar y reafirmar la Constitución Nacional, sancionada en Santa Fe. El edificio actual fue inaugurado el 8 de septiembre de 1878. Sus muros son de adobe y su fachada está compuesta por tres arcos que soportan una cabecera triangular. En 1959, el templo fue embellecido con una torre de hormigón armado.
La iglesia se destaca por su valioso patrimonio. Aquí se venera a San José, patrono y protector de la villa, cuya imagen fue traída desde el Alto Perú en 1690. El templo también conserva las imágenes de la Virgen de Cuyo y del Niño Jesús. Esta última fue donada en 1784. Pero el principal tesoro de la parroquia es el Cristo Crucificado, una obra realizada por indios cuzqueños y traída desde Potosí a fines del siglo XVIII. “El Señor de la Agonía” fue hecho con cuero negro, articulado, y es de tamaño natural.
El río Jáchal es el protagonista del paisaje de este departamento. Es el segundo río en importancia de la provincia y el valle que conforma origina un oasis donde se desarrolla una importante actividad agropecuaria extensiva. El dique Pachimoco hace llegar el agua del río a casi todas las localidades del departamento donde la actividad agropecuaria ha tenido un importante crecimiento desde mediados de la década de 1990.
Más de un cuarto del total de la superficie cultivada de Jáchal está dedicada a olivos y una superficie similar se destina a pasturas. Siguen en importancia las hortalizas (entre las que se destacan la cebolla y el tomate) y finalmente los cereales. También se practica la ganadería, fundamentalmente de caprinos.
Con un pasado minero arraigado en la actividad rudimentaria de los pirquineros en las pequeñas minas de Huerta de Huachi, en el 1900, el departamento Jáchal se ha sumado a la producción minera a escala industrial.
En enero de 2009 una empresa canadiense produjo el primer lingote de oro y puso así en marcha en este departamento una mina de oro ubicada por sobre los 2.000 metros de altitud. Se trata de la mina Gualcamayo, que en agosto de 2007 obtuvo la aprobación del informe de impacto ambiental y desde entonces estaba en etapas de preproducción y construcción.
El proyecto aurífero está situado al norte del departamento, en la zona de la Quebrada del Diablo. Se trata de un yacimiento ubicado a sólo 10 kilómetros de la ruta nacional 40, camino a Jáchal. El emprendimiento supone una inversión aproximada de 150 millones de dólares y tiene una vida útil de 10 años. La mina tiene reservas por 1,5 millones de onzas de oro, con una producción anual estimada de 150.000 onzas de oro. Se trata de una explotación a cielo abierto con trituración de mineral que luego es lixiviado en pilas con cianuro y posterior precipitación con carbón activado. Esto permite obtener barras de metal doré, que luego van a refinerías.
Cada mes de noviembre, Jáchal se prepara para ofrecer lo mejor de su cultura en una espléndida celebración popular. La enorme variedad de espectáculos y el contagioso entusiasmo de la gente han convertido a La Fiesta de la Tradición en una de las festividades más atractivas de todo el país. El encuentro se realiza en homenaje al natalicio de José Hernández, el sobresaliente escritor y autor del Martín Fierro. Cada instancia de la multitudinaria fiesta sirve también para rendir tributo al poeta más destacado de esta tierra: don Buenaventura Luna.
Quise armar un fogón allá en la sierra
En mis lejanos pagos jachalleros
Que llamara cordial a los arrieros
De todas las distancias de mi tierra...
La poesía de Eusebio Dojorti convoca cada año a disfrutar de la actuación de reconocidos artistas locales y nacionales, a los que se suman espectáculos de danzas típicas, destrezas gauchas y el desfile de carruajes con escenas costumbristas. La habilitación de ranchos típicos permite degustar las comidas de la zona, que combinan lo mejor de la cocina huarpe y criolla. La oferta de artesanías es muy amplia en tejidos, trabajos en metal y cuero.
El gran cierre tiene lugar en el Anfiteatro Buenaventura Luna, con la coronación de la Paisana de la Tradición.
Declarada de Interés Cultural por el Gobierno de la Nación, esta alegre festividad preserva el arraigo a las viejas costumbres criollas y mantiene vivo el orgullo de los jachalleros por su cultura y su tierra.
Uno de los paseos más atractivos de Jáchal lo ofrece el Dique Los Cauquenes, una presa emplazada a 1.100 metros sobre el nivel del mar. El embalse, también conocido como Dique de Huaco o Dique de Los Lisos, es el sitio ideal para compartir un día al aire libre en un marco de espectaculares paisajes y asombrosa tranquilidad.
El lago invita a practicar deportes náuticos y a contemplar las variedades de flora y fauna autóctonas. El espejo de agua es especialmente famoso entre los pescadores deportivos por la presencia de los codiciados pejerreyes.
Está ubicado al Norte de la Provincia de San Juan a 25 Km de la villa cabecera y a 10 Km. de la localidad de Huaco sobre Ruta 40. Limita al Oeste, con el Dique “los Lisos” y el Cerro “El Perico”; Este, con la Cuesta Colorada y la Represa del Río Huaco; al Norte, con el Alto “Las Azucenas”; y al Sur, con las “Torres del Portezuelo” o “Llanos Amarillos”.
El área de superficie cubierta es de más de 9.600 hectáreas de extensión. La Ciénaga fue antiguamente un poblado de alrededor de 100 habitantes. Rodeado de cerros y atravesado por el Río Huaco. La capilla construida sobre la explanada del cerro, edificada por el Sr. Suizer, (descendiente del Dr. Carlos Schweiser -Alemán) quien, construyó en 1876 el primer molino harinero de la localidad. La imagen de la Virgen del Carmen patrona del lugar de antigua data, como las turas de la capilla, el sagrario son parte de patrimonio cultural de la localidad.
La riqueza paisajística y natural es condición importante, para eventuales turistas provenientes de Brasil, Alemania e Italia que han descubierto y aprecian la tranquilidad del valle, los cerros tanto en el colorido de las rocas como sus formas extrañas, y lo agreste de su flora de su fauna hacen del lugar una maravilla natural.
En el oeste del departamento y a 20 kilómetros de la villa cabecera, se ubica un escenario natural de particular belleza. El espectacular cañón, que se levanta 30 metros por sobre el nivel del Río Jáchal, ofrece el más bello e impresionante paisaje para la práctica del rafting y el kayakismo.
El estrecho paso se combina con el imparable movimiento del agua para favorecer abundantes rápidos y saltos. Con una velocidad máxima de 30 a 40 kilómetros por hora, los gomones permiten sumergirse en este desafiante paseo.
El norte del departamento alberga a una de las mayores riquezas histórico-culturales de San Juan: los molinos de las familias Reyes, Sardiña, García y Pérez.
Con más de dos siglos de existencia, estas antiguas máquinas resisten el paso del tiempo para atestiguar el desarrollo económico alcanzado por el San Juan del siglo XVIII. Los molinos se levantan como símbolos de un pasado próspero. En aquella época, la producción harinera de la provincia no sólo abastecía el mercado local sino también los de distintos puntos del país, como Buenos Aires, Córdoba y Tucumán.
Debido a su innegable valor y con el objeto de garantizar su preservación, los molinos de Jáchal –junto al de Huaco y otros de Iglesia- fueron declarados Monumento Histórico Nacional. Las diversas refacciones realizadas permiten que hoy puedan ser apreciados en todo su esplendor.
Una visita a Jáchal no puede relegar la excursión al circuito de los molinos, un paseo inolvidable que dejará un valioso aprendizaje cultural.
-- Ver video de Molinosde García
A través de un sorprendente camino de montañas y de frescos cursos de agua se llega al pintoresco pueblito jachallero de Huaco. Una plaza, una calle principal y las antiguas casas de adobe conforman el sereno paisaje. La belleza que rodea al lugar fue fuente de inspiración de uno de los mayores exponentes de la poesía local y nacional: Buenaventura Luna.
Eusebio de Jesús Dojorti nació en este pequeño pueblo en 1906 y se destacó como poeta y compositor musical. Adoptó como seudónimo el nombre de Buenaventura Luna, un peón de la familia que iluminó su infancia con sus largos e interesantes relatos sobre historias del pasado.
Después de incursionar en los diarios y los programas radiales, fue reconocido por sus hermosos versos, en los que supo describir la belleza de su querido vallecito. “Don Buena” murió en 1955 y su último deseo fue ser enterrado en su tierra natal. Su tumba se encuentra en el cementerio de Huaco, bajo la sombra de un centenario algarrobo y es uno de los lugares especiales para visitar.
El Molino Viejo de los Dojorti fue fundado en 1775 y perteneció a la familia del poeta huaqueño. Hoy es el más conocido del circuito de los molinos jachalleros.
En él aún pueden observarse en su estado original los mecanismos de transmisión de fuerza. La rueda del molino era accionada por el agua de un canal cercano, con la ayuda de piezas de algarrobo negras talladas a mano que se lubricaban con grasa de vaca.
Los distintos elementos muestran las formas de producción harinera que se empleaban en aquella época. Junto a los depósitos del molino se conservan partes de la casona rural con su patio central, en donde nació y vivió Buenaventura Luna. La mención del Viejo molino en su poesía, al igual que en el cancionero tradicional cuyano, ha convertido a este monumento en un ícono de la memoria popular de la región.
Rodeado de árboles frutales y surcado por el río Huachi, este pequeño lugar posee paisajes de gran belleza. La huerta está forestada con nogales, olivos, vides e higueras y permite las prácticas de los niños de las escuelas y hogares cercanos. La calma reinante despertará los sentidos del visitante que podrá disfrutar de la naturaleza y de las condiciones ideales que ofrece el benéfico micro clima. El sitio indicado para descansar, caminar y observar las diferentes especies que componen la flora y fauna locales.
Otro atractivo histórico cultural de Huaco es el Algarrobo Histórico, también conocido como "árbol grande". Este centenario algarrobo sirvió de lugar de descanso al conocido caudillo argentino Ángel (Chacho) Peñaloza, en su paso hacia los llanos riojanos.
Ubicada 124 kilómetros al norte de la Ciudad de San Juan, se encuentra la desértica localidad de Mogna. Por ruta Nacional Nº, 40 se accede a este lugar de temperaturas extremas, donde el tiempo parece haberse detenido.
Fundada el 11 de agosto de 1753, la villa fue antiguamente habitada por indígenas y mestizos, que se asentaron en las cercanías del río Jáchal. A través de este único curso de agua, los primitivos habitantes abastecían sus cultivos de alfalfa y trigo. Ya en el siglo XIX, la localidad alcanzó mayor desarrollo en base a la ganadería y la producción harinera.
Hoy Mogna es hogar de una de las celebraciones populares más multitudinarias de Jáchal. La Fiesta de Santa Bárbara de Mogna se realiza el día 4 de diciembre y convoca a más de 20.000 fieles que cabalgan desde la ciudad de San Juan para rendir honores a la virgen. Los festejos cuentan con la participación del Obispo de San Juan. La presentación de importantes artistas folclóricos y la degustación de las comidas regionales son los principales atractivos de la festividad.
La localidad no sólo es visitada en la época de la Fiesta de Santa Bárbara. Mogna alberga la tumba de la legendaria Martina Chapanay. Después de luchar en el ejército de Facundo Quiroga y de escapar por años de las autoridades, la india pasó sus últimos días en Mogna. Allí, habitó en el rancho de una amiga, hasta que falleció en 1887. El lugar de su muerte recibe hoy a visitantes de todo San Juan.
Cuando Juan Jufré fundó San Juan en 1562, lo hizo en el Valle de Tulum. En torno de este valle existía una amplia zona, de límites imprecisos, conocida como Jáchal, que en lenguaje indígena significa “río de las arboledas” o “distrito de metal”.
Esa franja abarcaba casi la mitad del territorio de la actual provincia de San Juan: Iglesia, norte de Ullum y Valle Fértil y hasta Calingasta. Zona intermedia, fue utilizada para la travesía. Permitía la comunicación entre Chile, Tucumán, Alto Perú y Córdoba, a través de un sistema de senderos que no tocaban la ciudad de San Juan. Sin población blanca de asentamiento efectivo, allí señoreó el indio hasta el siglo XVIII.
En 1601 se levantó la capilla de San José, junto al río Jáchal, constituyendo esta la única avanzada blanca en el desierto. La misión logró subsistir y constituyó la base sobre la que Juan de Echegaray fundaría el pueblo de San José de Jáchal.
En 1703, el rey de España Felipe V promulgó una real cedula para Chile cuya finalidad fue fundar nuevas poblaciones a fin de reunir los indígenas dispersos, adaptándolos a tareas agrícolas y a la evangelización.
A fines de 1750 el Gobernador y Capitán General de Chile y Presidente de la Real Junta de Poblaciones, Domingo Ortiz de Rosas, designó al vecino de la ciudad de San Juan, don Juan de Echegaray, Justicia Mayor y Superintendente de los Pueblos de la Jurisdicción de Jáchal, encomendándole la fundación de una población en esa zona, con dependencia directa de las autoridades de Chile.
Así, el 25 de junio de 1751 nace a la vida civil y política el pueblo de San José de Jáchal. Fue asentado en el mismo lugar que ocupaba la vieja iglesia. Para el acto fundacional fueron convocados los habitantes de Iglesia, Calingasta, Mogna y Ampacama. Estos últimos se negaron a concurrir, resistiéndose a cualquier trato con el Superintendente Echegaray, de quien no aceptaron posteriores mercedes de tierra. Este episodio fue el comienzo del proceso que culminaría con el asentamiento de una nueva población en Mogna dentro de su misma jurisdicción.
Pocos años después, el pueblo de Jáchal tendría una activa participación en la tarea de organización del Ejercito de los Andes. Contribuyó con sus hombres y con sus productos y víveres para el sostenimiento de las tropas de su guarnición.
Jáchal, amplia zona de contacto con Chile, ya que para la época abarcaba todo el extremo noroeste de la provincia, adquirió entonces una enorme importancia estratégica.
La 4° División de Ejercito de los Andes, dirigida por el tucumano Juan Manuel Cabot, tuvo por cuartel general a Pismanta, y el cruce de la cordillera en busca de Coquimbo se realizó por terreno que en esa época era jachallero.
LUGARES PARA ALOJARSE EN JACHAL
Los siguientes son artículos publicados en Diario de Cuyo el 25 de Mayo de 2010
EL MÉDANO / JÁCHAL
Antiguas casonas, viaje al pasado
En el pueblo hay más de 50 casas que fueron construidas a fines del siglo XIX. Una típica postal jachallera que es como entrar al túnel del tiempo.
La Alfonso Hernández no es una calle jachallera más. Los gigantes de adobe se levantan al costado, como para que la memoria no se esfume. Tabiques perfectamente ensamblados, imponentes puertas de madera, patios de tierra recién regados y cimientos de piedra son la muestra más contundente de por qué esas enormes casonas todavía están de pie. Aún cuando fueron construidas hace más de un siglo. Una postal jachallera que se encuentra en El Médano, a 22 kilómetros de San José de Jáchal.
El tiempo no pasa en este lugar. Si no fuera por alguna bicicleta que cada tanto interrumpe el silencio de la siesta, parecería que todavía corre por allí el mil ochocientos y pico. Los vecinos más antiguos de El Médano, que rondan los ochenta años, dicen que las casonas estaban desde antes de que nacieran ellos. Y cada una alberga una historia que todos recuerdan, aún cuando muchas están abandonadas.
En la esquina más famosa del pueblo, justo en la intersección de la Alfonso Hernández y Noriega, está la casona en la que funcionó durante años la Cooperativa Cavic. Ahora funciona la sede del Club Boca de El Médano. Pasando la curva está el chalet de los Rodríguez, el único al que no se le ven los adobes. Antes de llegar al almacén, está el caserón que perteneció a un antiguo concejal de Jáchal, dicen los vecinos. Algunos tienen los patios regados y recién barridos. Señal de que están habitados. A otros, les pasó por encima el tiempo y están casi en ruinas. Señal de que están abandonados. "No sé qué pasa con estas casas, pero ni siquiera las prestan. Todos los dueños fueron gente pudiente. Acá sólo vivían los que tenían plata", dice Margarita Lucero, una lugareña. Es que, hasta mediados del siglo XX, esta zona fue una de las más productivas del departamento, por encontrarse grandes extensiones cultivadas y miles de cabezas de ganado.
El paisaje
Para llegar al pueblo, se toma la ruta que va a Villa Mercedes. Está casi en la ladera del cerro, es por eso que está rodeado por enormes zanjones, producto de las crecidas en verano. La calle principal es de ripio. En los costados, hay enormes eucaliptus centenarios.
La gente
En todo el pueblo habitan unas 35 familias. Se encuentran ubicadas por la calle principal, desde la esquina de calle Hernández y Flores, hasta la segunda curva. O, según los lugareños, donde está el "eucaliptus quemado". Hay una escuela, que se llama Rubén Darío.
ENTRE RÍOS / JÁCHAL
Nada es lo que parece
Es un pueblo muy chiquito que tiene dos calles con nombres cambiados. El lugar se llama así, justamente, porque está entre dos ríos secos.
Es un pueblo tan chiquito que uno siente el peso de ser un foráneo cuando va llegando y lo miran desde las casas. Sin embargo, no hace falta golpear una puerta porque su gente sale antes y recibe a la visita servicialmente. En la localidad de Entre Ríos, 20 kilómetros al Norte de Jáchal, nada es lo que parece a simple vista.
El lugar se llama así, justamente, porque está entre dos ríos, y tiene un kilómetro de extensión. Al Este está el río Grande, que lo separa de otro pueblo, La Represa. Y al Oeste el río La Carreta, que los divide con La Legua. Sin embargo, los dos cauces están secos y en este lugar no llueve con frecuencia. Las cabras y las ovejas se están muriendo de hambre por la falta de pasturas en el campo.
Sin embargo, el pueblo en sí tiene mucho verde y sus habitantes sembraron árboles que no son autóctonos.
Entre Ríos tiene sólo dos calles en forma de L. Pero no hay que dejarse guiar por los nombres que están en el mapa de Vialidad Provincial: la principal figura como San Isidro, pero todos en el pueblo la llaman Entre Ríos; y la otra, que los une con La Represa, aparece como Entre Ríos pero sus pobladores la llaman Evita.
Por esas calles se ve caminar muchos niños al mediodía durante la salida de la escuela. Todos los días tienen que andar unos 3 kilómetros para poder educarse. La situación se complica en invierno, cuando baja agua por el río Grande y los niños tienen que cruzarlo para tomar clases. "Esa escuela estaba destinada para este pueblo. Pero no conseguimos un terreno. En La Represa el señor Cicerón Pérez tuvo más visión de futuro y prestó una casa para que funcionara allí. Ahora ellos tienen escuela y nosotros no", comenta Herrera.
El paisaje
La tierra en este lugar es realmente muy fértil. Hay corrales de cabras y ovejas a la sombra de algarrobos, en los fondos de las casas de los habitantes. Menos la capilla, las casas que conforman el pueblo son todas de adobe, con techos de palo y caña.
La gente
Cerca de 250 personas viven en Entre Ríos. La mayoría de ellos son niños, mujeres y ancianos, porque la mayor parte de los hombres adultos y de los jóvenes se fue, en busca de mayores posibilidades económicas, a Mendoza o San Luis.
La economía
La principal actividad comercial en este lugar es el cultivo de la cebolla. Los que no son propietarios, se ganan la vida trabajando la tierra por día. En menor medida también hay gente que vive del comercio de las cabras, ovejas y vacas.
HUACO / JÁCHAL
De los versos al "boom" turístico
Huaco se viene perfilando como uno de los destinos turísticos principales de Jáchal.
El tiempo camina lento, sobre todo cuando se asoma la siesta. Mientras, el Zonda se vuelve poema en la pluma de Don Buena. Entre las plantaciones de cebolla y los olivares sobresale ese gigante de adobe que durante siglos le dio vida al trigo. Nada parece inmutar al pueblo detenido en el tiempo. Pero sorprende un par de caserones reciclados, que ahora se usan para albergar turistas. Y es que desde hace un par de años, Huaco se viene perfilando como uno de los destinos turísticos principales de Jáchal. No sólo porque allí está el molino que inmortalizó el poeta jachallero, sino también porque sus paisajes impactan a los que se atreven a ingresar en el "vallecito".
Hay que recorrer unos 190 kilómetros desde la ciudad de San Juan para encontrarse con este valle, bordeado por el río que lleva el mismo nombre del pueblo. Como anunciando la belleza del lugar, desde el mirador, a más de 1.000 metros de altura y a pocos kilómetros antes de llegar a Huaco, se puede ver el pueblo entero donde el cielo está casi al alcance de la mano. Toda esta belleza es la que pretenden "vender" los lugareños. Es por eso que hace una semana inauguraron una oficina de información turística, que funciona al lado de la iglesia.
Cada pedazo de Huaco tiene una historia. El cementerio con sus tumbas de gauchos casi santos; con la de Buenaventura Luna, escenario de cientos de homenajes. El algarrobo donde descansó el caudillo Chacho Peñaloza, el viejo molino, las capillas y hasta la misma gente. Dicen que es como una familia grande donde todos se conocen. Donde todavía los niños comen moras camino a la escuela y toman añapa (jugo que se extrae del fruto del algarrobo) en las tardes de verano.
"La gente que venía a conocer el molino empezó a pedir lugar para alojarse. Es por eso que hace un año se construyó un hostel y ahora están haciendo otro", dice Jorge Godoy, un lugareño. A esto se le suman algunas casas de familia que se convirtieron en pensiones. Pero lo que piden los pobladores es más capacitación, sobre todo para que las mujeres puedan realizar sus propios emprendimientos.
Huaco es la niña mimada de Jáchal, donde se le rinde culto al poeta. El nombre Huaco responde a las palabras araucanas "hua" (maíz) y "co" (agua). Y es uno de los pueblos que más promocionan el turismo. El puntapié para impulsar Huaco como destino turístico fue restaurar el molino viejo, construido con madera de algarrobo negro, hace dos siglos. También se lo conoce como el "molino de los Dojorti". Es uno de los 6 molinos harineros que hay en Jáchal e Iglesia. Por su historia vinculada a la poesía y al sentir popular, es el más representativo de la cultura molinera y harinera de la provincia.
El paisaje
El camino que une Jáchal con Huaco es impactante. Hay una quebrada con formaciones geológicas que no se ven en otros puntos de la provincia y un verde paradisíaco que se refleja en el río Huaco. Hasta hace poco, esta ruta era casi intransitable. Pero para incentivar el turismo, fue pavimentada.
La gente
Según el censo del 2001, hay unos 975 habitantes. Muchos de ellos son jóvenes que volvieron al pueblo porque ahora hay más trabajo. Hay dos iglesias y tres escuelas. Una de ellas es albergue y allí asisten chicos de varios pueblos cercanos a Huaco.
La economía
La gente vive de la producción de cebolla y ajo. Hace unos años se asentaron diferimientos y plantaron varias hectáreas de olivo. De todos modos, en el último año, el impulso económico que tomó el pueblo está relacionado con la minería, una actividad que generó varios puestos de trabajo. A pocos kilómetros de Huaco, está el proyecto minero Gualcamayo, de donde se pretende extraer oro.
HUERTA DE HUACHI / JÁCHAL
El oro que no se deja sacar
Dicen que en el cerro de Huachi hay importantes yacimientos metalíferos. Nunca pudo extraerse nada aunque hicieron varios intentos.
Ni bien el grupo de mineros salió del túnel de la mina para celebrar que habían encontrado una enorme veta de oro, las galerías se desplomaron. No hubo muertos, pero todas las herramientas quedaron sepultadas bajo los escombros y con ellas también el oro. Eso sucedió a mediados de los "50, en el cerro Huachi, que está en la localidad jachallera llamada Huerta de Huachi. De ahí en más hubo varios intentos por explotar la mina, pero todos sin éxito. La gente del lugar dice que es porque el cacique Huachi (que en indígena significa "lugar para tirar flechas") se sentó sobre el cerro para evitar que saqueen la montaña.
"Mi padre era minero en esa época. El derrumbe sucedió al mediodía. Después todos quedaron sin trabajo y muchos se fueron del pueblo", dijo Jorge Trigo. Es por eso que hay varias casas de piedras en la ladera del cerro que están abandonadas. Esta historia es una de las leyendas más fuertes que circulan entre los pobladores y forma parte del misticismo que le adjudican a la localidad, a la que también llaman "Valle Encantado".
Según los escritos de un ingeniero inglés llamado Joseph Hoskold, las minas de Huachi no fueron explotadas por su ubicación desfavorable. Es que están en la falda del cerro y son poco accesibles.
En los "50 fue una compañía inglesa, "Somersville Brothers Company", la que intentó extraer oro. Tenía más de 100 personas trabajando en la quebrada llamada Oro Rico. Hoy no existen rastros de estas instalaciones.
Más de medio siglo después del derrumbe de la mina, los pobladores volvieron a sentir la desolación a causa de otro desastre natural: las nevadas de agosto pasado arrasaron con más del 80% del ganado. Aniquilaron los cultivos y los árboles frutales se quemaron por las heladas a destiempo. A pesar de todo, siguen pensando que el cacique Huachi está ahí para protegerlos.
El paisaje
Huerta de Huachi está a 30 kilómetros de Jáchal y tiene un paisaje paradisíaco. Las casas están construidas en la ladera del cerro llamado El Calvario. Hay abundantes árboles frutales. Al pueblo lo rodea un arroyo que nace en las montañas. Desde la escuela del lugar se puede ver el cerro Huachi.
La gente
En el pueblo viven 6 familias y 3 puesteros. La mayoría de sus habitantes son personas mayores de 30 años y niños. Los jóvenes se van del lugar. Hay una escuela a la que asisten 63 niños que viven en el pueblo y en otros parajes cercanos. También hay un albergue que depende de la Dirección de la Niñez.
La economía
Todos los pobladores subsisten gracias a la cría de ganado. Todas las familias tienen huertas en el fondo de sus casas. Los pobladores dicen que no pueden trabajar fuera del pueblo porque no tienen cómo movilizarse. A la localidad de Huerta de Huachi no llegan colectivos de línea.
GRAN CHINA / JÁCHAL
Duros de matar
No permitieron que les cambien el nombre a la calle. Un pueblo que se dedica a investigar su historia.
A la distancia se ven campesinos tímidos y callados, que sólo se dedican a labrar la tierra. Sin embargo, no dudan en unirse, cueste lo que cueste, para defender lo suyo. Son los habitantes de la Gran China. Dicen que resisten cualquier temporal como los encontronazos con los políticos. Es por eso que son conocidos como los más batalladores del departamento.
El enorme cartel de chapa en el que está pintada la bandera argentina y se puede leer: "Calle Gran China. Viva la Patria", no es más que la muestra de cuánto pueden lograr. Este cartel desplazó a un monolito que colocaron en el 2000 un grupo de concejales jachalleros cuando quisieron cambiar el nombre Gran China por el del gremialista José Espejo.
La indignación del pueblo surgió porque nunca se le consultó sobre la modificación. Fue entonces que Gran China empezó a arder. Los vecinos se reunieron, juntaron firmas, se quejaron y hasta hicieron piquetes. La historia terminó hace unos meses con una consulta popular, donde la mayoría de los pobladores votaron para que en nombre de la calle siguiera siendo Gran China.
"No es un capricho. Esto es parte de nuestra historia y no se puede cambiar de un día para el otro. Además es una buena muestra para que vean que, aunque somos ignorantes, no nos van a poder llevar por delante tan fácil", dijo Florencio Riveros, uno de los pobladores más antiguos del lugar.
Para todos, que el lugar se llame Gran China, es un misterio. Aunque hay algunas versiones que danzan de boca en boca. Dicen que hace más de cien años había una barraca en donde se abastecía con alimentos a la gente y era atendido por una mujer muy hermosa a la que apodaban China.
Tampoco se sabe en qué época se asentaron los primeros pobladores, aunque hay escrituras que datan de fines del siglo XIX, que ya hablan de la localidad de Gran China.
El paisaje
La calle principal del pueblo es de tierra. En uno de los extremos está el cerro Iclycan, donde abundan vertientes. El panorama está dominado por cientos de hectáreas cultivadas. A las antiguas casonas de adobe se le suman modernas construcciones que empezaron a levantarse en los dos últimos años
La gente
En la Gran China hay unos 600 habitantes y alrededor de 300 viviendas. Allí funciona la escuela Alejandro Fleming, a la que asisten unos 150 chicos. También hay un puesto sanitario y una unión vecinal. Para trasladarse sólo hay remises y servicios de combis.
La economía
La principal actividad es la agrícola, hay más de un centenar de hectáreas cultivadas de cebolla. Hace poco empezaron con las plantaciones de tomate. La mayoría de los pobladores son personas de avanzada edad, es por eso que hay una gran cantidad de gente que vive gracias a las pensiones y jubilaciones.
LA CIÉNAGA / JÁCHAL
Tierra de hombres
Está a 25 kilómetros de San José de Jáchal, camino a Huaco. La mayoría de sus habitantes son varones. En los últimos 10 años emigraron unas 60 familias.
Es plena siesta y todavía se puede ver el rastro de la escoba en el patio de tierra. El horno está cargado de leña, esperando el amasijo de la tarde. Un penetrante aroma a estofado, algo dulzón, invade cada rincón de la casa. Hace calor y todo está recién regado. El único sonido es el de los pájaros que revolotean entre los árboles que rodean el lugar. A simple vista, se podría decir que por allí pasó la mano de una mujer. Pero no. Hace más de 10 años que en la casa no se escucha una voz femenina. Doña Aballay murió hace tiempo y en la casa quedaron el padre y uno de sus cinco hijos varones. El resto de los muchachos también viven en el pueblo y nunca se casaron.
Pero esta no es la única familia de La Ciénaga, en Jáchal, que está conformada sólo por hombres. De los pocos habitantes que quedan, sólo tres familias, la mayoría son varones. Los mismos lugareños dicen que es una "tierra de hombres", que casi no quedan mujeres. Las pocas que hay son las esposas de los habitantes más antiguos de La Ciénaga. Entre los niños, que son pocos, pasa lo mismo. La mejor muestra de esto es la escuela, a la que asisten 8 alumnos y todos son varones. La única mujer es la maestra, que es de Jáchal.
Las mujeres se están yendo. Eso es lo que dicen los hombres de La Ciénaga. "Ya no son como antes, que querían estar en la casa con los hijos. Ahora quieren trabajar y estudiar. Entonces este lugar es como una maldición para ellas", dice Ramón Aballay (70), que ya se acostumbró a vivir sin su esposa y sin su hija, que también se fue hace unos años a buscar una mejor vida a otra provincia.
En el 2005, la Cámara de Diputados provincial sancionó una ley que declaró a La Ciénaga como área protegida. Se trata de un lugar que reúne condiciones naturales que no son fáciles de encontrar en otros puntos de la provincia.
El paisaje
La Ciénaga está plagada de "nacedores", que son vertientes de agua. Esto hace que en el lugar haya una frondosa vegetación. Pero son las montañas, que tienen colores entre morados y rojos, las que dan un toque especial. El pueblo puede verse desde la ruta, que es la que llega hasta Huaco
La gente
Hay una escuela con Nivel Inicial y Primaria. Además hay una capilla que fue construida por los mismos habitantes. La gente abandona el lugar porque no tiene trabajo. Además, muchos se van para que sus hijos continúen estudiando. Algunos de los habitantes son trabajadores golondrinas y se van durante meses, pero vuelven.
La economía
Subsisten gracias a la cría de animales. También tienen chacras y una buena cantidad de frutales. De todos modos dicen que no hay ni la mitad de plantaciones y ganado que hace una década. Nadie tiene planes Jefes de Hogar. Sólo 4 habitantes poseen pensión. Para abastecerse tienen que ir a Huaco o Jáchal.
PACHIMOCO/ JÁCHAL
Un Oasis al costado del camino
Este paraje jachallero está a sólo 6 kilómetros del centro de Jáchal. Una presa hidroeléctrica y un rico bosque son los atractivos que pueden disfrutar los viajantes.
Al costado de la ruta 150 que va desde Jáchal hacia Iglesia, de fácil acceso y a simple vista, se encuentra este paraje. Son unos 10 minutos de camino pavimentado y recto. Sólo hay que tomar la ruta hacia el Este en la salida del pueblo de Jáchal, pasar un badén y, al levantar la vista, ya se puede apreciar a lo lejos este oasis. Con un paisaje que lo distingue, Pachimoco se hace notar ya desde unos metros antes de llegar a él. Es que luego de un camino llano, relativamente desértico (salvo por algunas jarillas y plantas silvestres), se comienza a ver desde lejos el verde intenso de la arboleda que rodea a este lugar. Un bosque, una presa hidroeléctrica y una escuela son los únicos elementos que se encuentran en este paraje. Y justamente, la combinación de agua y la sombra de los árboles son los elementos perfectos para pasar un rato en este lugar antes de continuar viaje. Es un sitio ideal para pasar el día o acampar.
Es una zona de pie de monte, en donde el río Jáchal fue arrastrando y dejando restos arqueológicos. Basta con caminar unos cuantos metros en lo que antes fue el lecho del río para apreciar a simple vista estos pedazos de historia, representados en restos de vasijas y puntas de flecha. Es por su riqueza arqueológica que los lugareños quieren convertir a la zona en área protegida.
En total, Pachimoco tiene 25 kilómetros cuadrados. El área del bosque es de alrededor de 4 kilómetros cuadrados y cuenta con flora autóctona compuesta esencialmente por algarrobos, jarillas y retamos. Pero también hay flora introducida por el hombre que, según los lugareños, fue plantada cuando construyeron la presa hidroeléctrica. Por lo que también se observan pinos y palmeras. En días de calor, según cuentan los habitantes de Pachimoco, la gente se mete al agua en el sector habilitado para el ingreso, mientras toman sol y hacen un asado al costado.
En total sólo hay tres matrimonios viviendo en este paraje.
El paisaje
Una de las particularidades del lugar es que se puede ver a simple vista desde la ruta. El paraje está ubicado en Jáchal a los costados de la ruta 150 que va desde San José de Jáchal hacia Rodeo, Iglesia. Lo que más llama la atención es la amplia masa verde del bosque.
Personaje: Luis Molina, el guarda
Luis Molina y su señora son uno de los tres matrimonios que viven durante todo el año en Pachimoco. Habitan una vieja casa que fue construida justo al lado de la presa hidroeléctrica con el fin de albergar al operario. Él tiene la tarea de controlar el caudal de agua que sale de la presa. Tarea importante, ya que desde allí se regula el suministro de agua para los dos canales generales que riegan todo el sector productivo de Jáchal.
SAN ROQUE / JÁCHAL
Un lugar sostenido por la fe
Todo lo que tienen está ligado a su fuerte creencia religiosa.
Si la fe mueve montañas, la gente que vive en San Roque es la muestra real. Desde que levantaron el pueblo y hasta el día de hoy todo lo que tienen está ligado a la cuestión religiosa, incluso le atribuyen a un milagro de su Patrono la construcción de un barrio del IPV en ese lugar, donde la única obra pública es una escuela que tiene más de 40 años.
Doña Barbarita cuenta una promesa que es contada por todos en San Roque: Victoria era docente y directora de la escuela, cuando funcionaba en otro lugar llamado El Fuerte. Dicen que hizo una promesa: que si llegaba a la escuela en su moto desde la Ciudad con una luz y la virgencita de Luján, le construyeran un edificio nuevo. Logró su cometido y la escuela fue construida. Lleva un nombre con mucha mística en el lugar: Tomás Cruz, igual que la calle donde está ubicada, que es la principal de San Roque.
Cuando este hombre era niño su familia se lo dio a unos curas misioneros para que lo criaran. Se lo llevaron a Córdoba, donde terminó siendo cura y luego nombrado Monseñor. "Él era una persona muy buena que hizo mucho por San Roque, por eso hasta le hicieron un monolito de piedra donde vivía", cuenta Ramón Páez.
El abuelo de Ramón, Serafín Páez, fue quien trajo la imagen de San Roque al pueblo. "En esos días no se compraban los santos. Mi bisabuelo Serafín lo cambió por 150 kg de trigo a una familia Carrizo. Lo tuvo en su casa, y la gente iba a rezarle, hacerle promesas y los 16 de agosto -fecha del patrono- venían los curas y se hacían las procesiones. Cuando construyeron la capilla en el terreno donado por una familia Lucero, mi abuelo les donó la imagen que es la que está en la iglesia", cuenta Julio Páez.
El paisaje
San Roque está ubicado al pie del cerro El Portezuelo, al Sur de la ciudad de San José de Jáchal. Es un valle encantado por el tiempo, con construcciones centenarias hechas totalmente en material crudo.
La gente
La mayoría de los pobladores viven en casonas de palo y barro y en terrenos que les prestan. En cada conversación demuestran un fuerte arraigo, y a pesar de no contar con grandes comodidades, ni siquiera piensan en irse.
La economía
En San Roque todos se ganan la vida trabajando la tierra. Los jornaleros cobran entre 12 y 14 pesos por día, y así sostienen a sus familias que en su mayoría son muy numerosas.
TRES ESQUINAS / JÁCHAL
Del ganado a la cebolla
Hace más de 100 años exportaban animales a Bolivia y Chile. Con los vaivenes económicos el ganado se terminó. Ahora viven de cultivos.
Cuentan los vecinos que, hasta hace alrededor de 80 años, el pueblo de Tres Esquinas era como un paraíso ganadero. Criaban vacunos y mulas, luego los arreaban tanto a Bolivia como a Chile. El ganado era fuente de prosperidad para esa localidad jachallera. Incluso sus habitantes conseguían con facilidad carne y verduras, por lo que no hacía falta pedirlas de otras provincias. Sin embargo, desde la década del "40, con el ingreso al pueblo de carne más barata llegada desde Buenos Aires, la ganadería disminuyó hasta llegar a un punto en que el pueblo sobrevive con plantaciones de cebollas y algo de tomates.
La mayoría de sus casas son edificaciones que tienen más de 70 años de construidas. Son de paredes altas con puertas de madera, también altas, y zaguán.
Según algunos pobladores, en cada una de esas propiedades había corrales donde tenían mulas, caballos, vacas y chivos.
Tres Esquinas era un lugar donde se engordaba ganado, porque se comercializaba bien a principios del siglo XX. Es por eso que otro de los lugares donde llevaban vacas, toros y harina era hacia la localidad de Vallenares, al Norte de Coquimbo, en Chile.
En los años "40, con la llegada de vacunos faenados, las ventas y crianza decayeron y de a poco los ganaderos se fueron desprendiendo de sus haciendas, porque ya no les convenía. A esto se le sumó el cierre de minas en Bolivia. Tampoco era mucho el ganado que había para llevar a Chile, entonces el pueblo se empobreció y sólo quedó lugar para que en las fincas se plantara cebolla, que es con lo que subsisten hasta la actualidad.
Todavía quedan algunas casas centenarias de adobes en pie, como mudos testigos de la época dorada de Tres Esquinas.
El paisaje
La zona es una llanura rodeada por cerros donde predominan los algarrobos y los álamos. Entre los arbustos están los chañares, que le dan el nombre a la "Pampa del Chañar", comprendida por Tres Esquinas, Gran China, Tamberías y San Isidro.
La gente
Los pobladores tienen como único lugar de reunión social la unión vecinal. Para divertirse, los 50 jóvenes que hay en Tres Esquinas, entre chicas y muchachos, suelen ir en bicicleta hasta los bailes que hacen en San Isidro, a 3 kilómetros del pueblo.
La economía
El cultivo de cebollas es el que predomina, pero también suele plantarse tomates. La mayoría de los vecinos se dedica a la actividad privada y son escasos los que tienen planes sociales, según dijo Eduardo Mura, presidente de la unión vecinal de esa localidad jachallera.
TUCUNUCO / JÁCHAL
Las casas de los espíritus
El pueblo está totalmente abandonado desde hace 25 años. Hay viviendas intactas, una iglesia y una escuela. Allí vivió Federico Cantoni.
En el cementerio sólo se pueden ver once tumbas. Algunas, todavía con flores frescas. Sobre el pizarrón de una de las aulas de la escuela hay escrita una frase que lastima los ojos: "Los habitantes de este pueblo nos vamos con lágrimas en el corazón". Por momentos, da la impresión de escuchar las risas de los chicos, como si todavía jugasen en el patio. Pero sólo se trata del zumbido de las abejas que se apoderaron de cada rincón de la escuela. La mayoría de las casas aún tienen las puertas y ventanas intactas. Algunas están cerradas con llave, aunque están abandonadas. Es que en el lugar no vive nadie desde hace unos 20 años. Se trata de Tucunuco, un paraje jachallero que está a 115 kilómetros de la ciudad.
Hasta la huella que conduce a este pueblo parece como borrada por fantasmas. La entrada, difícil de localizar, está por la ruta 40 a mano derecha, al lado de una de las casas del ferrocarril.
Cuando se observa el lugar a vuelo de pájaro, es difícil de explicar por qué la gente se fue dejando parte de su historia en cada habitación abandonada. Pero cuando se llega a lo que fue la plaza, el impacto es inmediato: abundan los árboles secos y el desierto avanza implacablemente. Es que la falta de agua hizo que sus habitantes emigraran. A esto se le sumó la crisis de la olivicultura que comenzó a fines de los "60. Dicen que es porque el consumo de aceite disminuyó. El problema se agudizó a principios de los "80, que fue cuando la gente empezó a abandonar el lugar por falta de trabajo, para no volver jamás.
"El esplendor del pueblo fue en la época de Cantoni, que hizo plantar varias hectáreas de olivos", dijo Beatriz de Correa, que fue maestra de Tucunuco. De hecho, Federico Cantoni se construyó una de las casas más imponentes del lugar y Graciela, su esposa, mandó a levantar la iglesia de piedra en 1955. Se calcula que había más de 80 variedades de olivos que Cantoni mandó a traer de distintos países. Lo que convirtió al lugar en una de las colecciones olivícolas más completas del mundo. Entonces había más de 40 hectáreas con esta clase de árboles.
"Cantoni usó esa casa para esconderse de sus enemigos. En la época del proceso ese lugar también sirvió de guarida de los que escapaban del gobierno militar", dijo la historiadora Leonor de Scarso. Hoy, en este caserón todavía se puede divisar lo que fue la cocina, el baño y los dormitorios.
El paisaje
El pueblo tiene una sola calle bordeada por un zanjón que servía para encauzar las crecidas del río. Ya no hay vegetación, excepto un bosque de enormes árboles secos. Dicen que fue uno de los lugares más verdes de San Juan, por la calidad de sus tierras. Ahora el suelo está cubierto de espinas.
La gente
Se calcula que en la década del "60 habitaron el lugar unas 200 personas. A la escuela iban 70 chicos. El difícil acceso al lugar respondió a que Federico Cantoni no quería que se conociera, porque era donde se escondía de sus enemigos en tiempos difíciles.
La economía
Fue una región eminentemente agrícola. Se plantaba ajo y cebolla, además de los olivos. La gente también criaba animales. Todavía hay casas que tienen intactos los corrales. Había un almacén en el que la moneda de cambio era el trueque, porque la gente no manejaba dinero.
La Municipalidad de Jáchal funciona en San Martin N° 622 Jachal - San Juan - C.P.:5460 - Página web: www.jachal.gov.ar
Telfax: 054-02647-420003 / 420797
Fuentes consultadas:
Subsecretaría de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, Gobierno de San Juan.
INDEC: Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 - Datos provisorios
Departamento de Hidráulica: Relevamiento Agrícola en la Provincia de San Juan - Ciclo 2006 - 2007
Publicación "San Juan, fuerza de origen" - Gobierno de San Juan
www.jachal.gov.ar
www.mineria.sanjuan.gov.ar