Otra de las historias de la llegada a San Juan de inmigrantes que formaron familias que hoy son protagonistas de la vida provinciana.
Contar la historia de los Gardella es hablar de peluqueros, es recordar algunas de las anécdotas de la época en que cortarse el pelo o afeitarse era todo un ritual de caballeros. Desde que llegaron de Italia y hasta la actualidad, ya son tres las generaciones de Gardella que se han dedicado al trabajo de peluquería.
Los orígenes de la familia están en la comuna italiana de Rapallo, dentro de la provincia de Génova. Allí vivía Antonio Gardella, un marino y comerciante que siendo joven visitó Argentina. Después se casó con Margarita Norero y tuvo a sus seis hijos: los mellizos César y Giovanni, Asunta, Carolina, Ángela y Anita.
La mayor de las mujeres, Asunta, se casó con un peluquero, Settimmio Brenzetti. Fue él quien les enseñó el oficio a los mellizos César y Giovanni, que fueron los primeros Gardella peluqueros. Además fue Settimmio quien, después de la Primera Guerra Mundial, convenció a la familia para que se vinieran a Argentina. Antonio, que ya conocía el país, les dijo: “la gente es muy buena y nunca desprecien el mate”.
Antonio, su esposa, sus hijos y su yerno se embarcaron en el barco Princesa Mafalda y llegaron a Buenos Aires un 3 de febrero de 1931, luego de varios días de viaje. Cuando arribaron, los mellizos César y Giovanni tenían diecisiete años y se anotaron con la profesión de peluqueros. Además, a Giovanni comenzaron a llamarlo Luis. La familia casi completa se instaló en San Juan porque aquí vivía un amigo de Settimmio. La única que no se radicó en la provincia fue una de las hijas, Carolina, ella se casó y se fue a Córdoba.
El difícil comienzo de los Gardella
Apenas llegaron a San Juan, los mellizos Gardella comenzaron a trabajar en lo que sabían. Sus comienzos fueron en la Peluquería Moyano y poco después tuvieron su propio local sobre General Acha, entre Rivadavia y Laprida. Era un lugar que todos conocían como “el cabildo” porque su fachada era muy similar a la del edificio en Buenos Aires. Ellos hacían cortes solo a los caballeros y su cuñado, Settimmio, tenía una peluquería para damas.
Poco después de haber empezado, la catástrofe terminó con lo que César y Luis habían logrado construir. El terremoto de 1944 destruyó el local que tenían y durante un tiempo tuvieron que trabajar en el Parque de Mayo, como también lo hizo otro reconocido peluquero, Giuseppe Di Lorenzo.
Fue un periodo muy duro para los hermanos, que se unieron a Di Lorenzo para volver a tener su negocio. Tuvieron que pasar por varios locales hasta que definitivamente se instalaron en la esquina de Libertador y Urquiza. Eran los años cuarenta y en esa época el servicio que ofrecía la peluquería era sumamente completo, hacían cortes de barba y pelo. Era común que los hombres fueran a atenderse tres veces a la semana, en general los días martes, jueves y sábado.
Lo que hacía el peluquero era un trabajo muy artesanal. Con una máquina que producía vapor esterilizaba las herramientas e impregnaba toallas para ablandar la barba de los clientes. Después de afeitarlos les colocaba loción Aqua Velva, luego les pasaba una piedra de alumbre que dejaba la piel muy suave e incluso les arreglaba las cejas. Y eso no era todo, el caballero se iba peinado con gomina y brillantina.
La llegada de las nuevas generaciones
En 1954 entró en el rubro la segunda generación de los Gardella con Nicolás, hijo de Luis y Ernestina Liza. A pesar de que lo inscribieron como Nicolás, su padre siempre lo llamó Hugo porque le gustaba más ese nombre y así le dicen hasta la actualidad. El matrimonio Gardella Liza tuvo otra hija, Carmen, que se ha dedicado a la cosmetología.
Hugo comenzó trabajando en su propio negocio hasta que en 1957, cuando tenía diecisiete, su padre lo llamó para que trabajaran juntos. Ese mismo año Luis se separó de su hermano mellizo César, que desde entonces se puso un local con su hijo.
Padre e hijo trabajaron juntos hasta 1980 y en esa época Luis empezó a cortar el pelo en su casa, hasta que falleció en 1985. En esa década se sumó la tercera generación Gardella con Mario, el hijo de Hugo. Una época totalmente diferente para los peluqueros, que dejaron las afeitadas para dedicarse exclusivamente a trabajar con el cabello.
Hugo se casó en 1963 con Susana Mercedes Olivera, con quien además de Mario tuvo a su hija Beatriz. En la actualidad Hugo y su hijo son los que siguen trabajando en la peluquería, que desde 1987 está ubicada en calle Mendoza antes de San Luis. Junto a ellos trabaja Emilia Añero, con quien desde hace al menos treinta años Hugo comparte su vida. Ellos conservaban como reliquias las viejas máquinas que se utilizaban para esterilizar herramientas, también las bandejas de acero inoxidable en las que se colocaban y hasta las talqueras de acero con las que antes se quitaba el pelo después del corte.
Además de peluquero, Hugo ha sido un destacado jugador de water polo. Jugó en el equipo de Obras Sanitarias y hasta llegó a integrar la selección sanjuanina. Comenzó a practicar el deporte en los años cincuenta, cuando nadaba en el club de Obras y compitió durante varios años, hasta que se retiró en los años ochenta.
El hijo de mario, Hugo, es padre de Florencia y Antonella, ambas se destacan en patinaje artístico y la segunda ha sido campeona argentina y sudamericana. Florencia, la mayor, estudia abogacía y la menor está en quinto año de la secundaria. Mientras que Beatriz tiene tres hijos.
NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL 7 DE MARZO DE 2014