Una de las grandes obras realizadas en el segundo gobierno de Federico Cantoni fue el Parque Rivadavia, en Zonda. Los terrenos fueron declarados de utilidad pública en 1923, durante el primer gobierno bloquista.
Al asumir por segunda vez, uno de los problemas que debió enfrentar el caudillo, que llegó al poder con 42 años, fue la desocupación. De ahí que se iniciaran numerosas obras públicas, entre ellas el Parque Bernardino Rivadavia.
En esos tiempos llegó a la provincia un importante número de migrantes nativos y extranjeros. Estos últimos provenían de los países europeos del Este, que dejaron sus tierras después de la Segunda Guerra Mundial.
La importancia y magnitud de las obras públicas depertó la esperanza de los obreros extranjeros y de otras provincias —relata Susana Ramella Jefferies en su libro “El radicalismo bloquista en San Juan”— que venían para trabajar en las “minas de Zonda”, nombre que dieron los yugoslavos a los túneles abiertos en los cerros de Zonda con el objeto de hacer exploraciones mineras.
En ese esquema, la construcción del Parque Rivadavia fue una obra monumental que tuvo un esplendor que hoy sólo puede imaginarse.
Más de mil obreros, muchos de ellos checoslovacos, trabajaron en el proyecto. Numerosos caminos unían los puntos más distantes de la quebrada y decenas de túneles horadaban la montaña.
Esta fotografía es una reproducción de la tarjeta que se distribuyó con motivo de la inauguración del Parque Bernardino Rivadavia el 11 de septiembre de 1932. En el dibujo aparecen los lagos, los caminos y hasta el escudo. Aunque en muy pequeña escala, pueden advertirse los caminos y túneles que horadaban los cerros como así también la vegetación del lugar.
Cientos de obreros, muchos de ellos checoslovacos, trabajaron en el proyecto. Numerosos caminos unían los puntos más distantes de la quebrada y decenas de túneles horadaban la montaña.
Estas fotos muestran los caminos y los túneles construidos en el cerro. En la obra trabajaron centenares de familias checoslovacas, yugoslavas y chilenas. Según se cuenta, el trato que recibían los obreros extranjeros era inhumano. Trabajaban sin horario y debían realizar grandes esfuerzos físicos. Se asegura que incluso algunos murieron durante la obra. En setiembre de 1932 los trabajadores paralizaron sus tareas y presentaron una nota al Congreso de la Nación porque se les pagaba con un treinta por ciento de descuento para contribuir a la construcción de la Villa Obrera. Además, eran obligados a comprar en una cantina que pertenecía a “una señora cantonista”. Se trataba de la famosa Mercedes Macho que manejaba con mano de hierro la cantina del lugar. La nota fue presentada por los obreros Ohich y José Pusich junto a treinta y dos firmas más. Varios trabajadores fueron encarcelados a raiz de la huelga.
Este era el puente de acceso al camino a Calingasta. En el lugar existía un pequeño dique que servía para el embalse y decantación de las aguas del estero que se utilizaban para las grandes piletas de water polo y natación, ubicadas a la vera del camino. Obsérvese las mallas de los bañistas y los automóviles de la época.
Este lago al que se denominó dique curvo o dique seco, ubicado casi frente a la hostería de Zonda, se veía como lo muestra esta foto tomada por Suero en los años 30. Antiguamente el río San Juan descendía por el valle de Zonda y aunque se construyó el dique Soldano en 1908, siempre se temió que crecientes de magnitud podrían superar su cresta (que está 14 metros por debajo del dique de Ullum) y causar estragos en Marquesado, La Bebida y la ciudad. Por eso, como obras complementarias del dique de Ullum, se construyeron en 1979 un dique lateral de 150 metros de largo con una elevación de 28 metros sobre el fondo de la quebrada de Zonda y un túnel de descarga de 130 metros de longitud y 1,70 metros de diámetro, a la vez que se canalizó el estero de Zonda en un tramo de 5 kilómetros.
La foto muestra una vista del lago del Parque Rivadavia en los años 30. Pronto se convirtió en un centro de recreación para los sanjuaninos que en aquellos años poseían automóviles.
Este es el escudo del Parque Rivadavia, tal como se veía desde lo alto en una foto tomada por el fotógrafo Suero en 1935. En aquel tiempo era mucho más nítido el diseño del escudo.
El cablecarril estaba ubicado al final del parque. Constituyó una atracción en aquellos años 30. En la foto de la izquierda se observa una aerosilla y en la de la derecha un recipiente, lo que indica que se le dio dos usos: para transporte de materiales y también para pesonas. El movimiento de suelos fue increíble para la época.
Fuente:
Las imágenes pertenecen al libro "El San Juan que ud. no conoció", de Juan Carlos Bataller
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