El historiador Rogelio Díaz Costas, glosando documentos reunidos en los archivos de Chile, expresa que ha encontrado nombres de personas que plantaron vides entre los primeros pobladores de San Juan. Se trata de Pedro Márquez, Juan Gómez Isleños, Diego Lucero y sus hijos; agrega que éstos "fueron en potencia y en actos los primeros bodegueros de San Juan que elaboraron, en el año 1569, vinos no sólo para la familia, sino también para la población y para los soldados españoles que transitaban a Chite por este lado de América". (Diario de Cuyo, del 9 de octubre de 1960).
En la época de la colonia se prohibió plantar cepas y producir vino. En las proximidades del año 1590 los virreyes del Perú hicieron eco de los deseos reales respecto de estas prohibiciones vitivinícolas. En 1960, Felipe III dictó una ordenanza vinculada a la cuestión; Felipe IV en 1628 reiteró las prohibiciones.
Pero la resistencia a estas órdenes reales fue muy grande y en 1663 se aprobó la ley 18, título 17, libro IV, de la opilación de Indias, mediante la cual se permite a los poseedores de viñedos que "negocien la uva y el vino producido, siempre que paguen cada año él 2% de la renta de los frutos que saquen".
En algunas oportunidades las oportunidades fueron tan acentuadas que en 1595 el Cabildo de Santa Fe debió intervenir para que se suministrara vino con finalidades curativas. En efecto, "el vecino Gonzalo Alcarás se presentó solicitando se le permitiera comprar algo de vino por estar enfermo y tener necesidad de temarlo.
En San Juan y Mendoza se desarrollaron simultáneamente las plantaciones de vides y las elaboraciones de vinos. Pero, según crónicas de te época, pareciera que los cepajes más antiguos son sanjuaninos, no obstante que Mendoza fue fundada un año antes.
En la época colonial los indígenas aprendieron a gustar los vinos y bien pronto se transformaron en buenos vitivinicultores, llevando a cabo los trabajos generales, y particularmente las podas que realizaban “a cuchillo limpio mientras llegó la época del podón, tijera y serrucho". Estos trabajos los hacían con cariño y prestancia, ya fuera porque se consideraban necesarios para la vida de las cepas, o porque se esperaban con fruición las uvas que darían vinos generosos y estimulantes. Los indígenas fueron siempre muy afectos a beber vinos.
Así es como "se puede aseverar que desde el siglo XVII, en el Valle de Tulum existió la pequeña bodega, que primero cubrió la necesidad hogareña y luego, al crecer la producción, dejó saldos". (Carmen P. de Varese y Héctor D. Arias, Historia de San Juan, pág. 55).
Pioneros sanjuaninos
Consideramos como tales a aquellos primeros empresarios, emprendedores y empeñosos, que en la segunda mitad del siglo pasado abrieron brechas en la vitivinicultura, por donde habrían de transitar tantos otros. Algunos de ellos, con anterioridad a la llegada del ferrocarril a Cuyo. Esto es válido tanto para mendocinos como para sanjuaninos; el ferrocarril llegó a Mendoza en 1884 y a San Juan en 1885.
Entre ellos se destacaron don Justo Castro y don Juan Maurín (padre). Era la década de 1860, es decir, 25 años antes de que llegara el ferrocarril a la capital sanjuanina. Don Juan Graffigna, verdadero pionero, comentó modestamente sus tareas vitivinícolas en 1869, las cuales habría de proseguir con empeño y éxito don Santiago Graffigna y sus descendientes hasta nuestros días.
Don Vicente Cereseto (1875) fue el primer industrial que elaboró en el país vinos, cuidadosamente preparados para la exportación. Luego vinieron muchos otros.
Don Antonio Maradona elaboró en su bodega de Puyuta y obtuvo varios premios. Había registrado la marca “Sol" y así se llamaba también su establecimiento vitivinícola. Comienza a principios de la década de 1880; sus viñedos estaban ubicados en Desamparados, Angaco Sud (hoy San Martín) y Concepción, En esa época producía alrededor de 1.000.000 de kilogramos.
Don Emilio Langlois, químico francés, se radicó en el departamento de Pocito, en 1889, con viñedos y bodega. Se cuenta entre los bodegueros más cuidadosos respecto de las elaboraciones que se efectuaban.
En la década de 1890 Julián y Segundo C. Aguiar, con su marca "La Inmaculada" vendían vinos en bordelesas y barriles, que llevaban a Salta, Jujuy, Santa Fe y Córdoba.
Domingo Usín, Emilio Gutiérrez y Leoncio de la Fuente empezaron a elaborar vinos en 1898 que se vendían con la marca Ton".
José María Lahoz elaboró vinos en las postrimerías del siglo pasado, distinguiéndose también por la preparación de pasas de uva.
En épocas más o menos inmediatas aparecen otros esforzados vitivinicultores, que pueden llevar sin mengua el título de pioneros: don Bartolomé Del Bono en primer término, Marenco, Driollet, Copello, Siboldi, Tourres, Sabatié, Guillemain, Wiedenbrug, Yanzón, Meglioli, Beretta, López Peláez, Gutiérrez (padre), Campodónico, Bonadé, Pulenta, etc.
Es interesante mencionar que en San Juan durante la primera mitad del siglo XIX, se elaboraron aguardientes conocidos por su alta calidad. Existen referencias de que el General San Martín llevó aguardientes sanjuaninos para la travesía de los Andes.
Autor: Fernando F. Mó. Artículo publicado en el libro Cosas de San Juan – Tomo IV – Año 1990
Ver artículos: Los postergados de la gloria
-- Pedro Márquez
Abogado, escritor, historiador, el doctor Fernando Mó se destacó como un importante y polifacético hombre público. Esta nota forma parte de su libro Cosas de San Juan – Tomo IV
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